Ciudades que hablan

Posted on octubre 10, 2012

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¿Recibiré una alerta en mi smartphone cuando la concentración del polen de las gramíneas al que soy alérgica supere determinados niveles en cualquier área de la ciudad? ¿Me mostrará los servicios médicos más cercanos? ¿Sabrá mi lavadora, conectada a una red que combine el suministro eléctrico con el tráfico de datos, encenderse cuando el consumo de energía sea más barato? ¿Localizaré a través del teléfono móvil qué plazas de aparcamiento hay libres alrededor de esa calle por donde estoy dando vueltas con el coche, a punto de enloquecer? ¿Personas mayores o enfermos crónicos que vivan solos transmitiendo en remoto información sobre su estado de salud al centro de salud más cercano? Parece que finalmente habrá que dar la razón a Nicolas Negroponte, quien predijo que hasta las Barbies estarían conectadas a Internet. Con las neumáticas muñecas o no, estas son algunas de las aplicaciones que aguardan a los habitantes de una smart city (ciudad inteligente, en inglés).

Santander será una de ellas. Ya están desplegados  unos 3.000 de los 20.000 sensores que se comunicarán entre sí y permitirán un uso inteligente de la información para dar un servicio de valor al ciudadano, aunque el responsable de una empresa cántabra de nuevas tecnologías ha abogado ya por “soluciones de pago por uso”. Es decir, servicios sí; a qué precio, está por ver.

Las smart cities son la representación más ambiciosa del Internet de las cosas (IoT) o la utilización de dispositivos con capacidad para transmitir información útil para los usuarios. No se trata sólo de teléfonos móviles, ordenadores y tabletas conectadas a Internet, sino también de multitud de aparatos que registran información y la comunican a otros aparatos, es decir, que “hablan” entre sí. Y con toda esa información centralizada es posible tomar mejores decisiones, más efectivas y rápidas, orientadas a una mejor gestión de los servicios urbanos y a satisfacer las necesidades de los ciudadanos.

Los ciudadanos de la ciudad estadounidense de San Francisco pueden, a través de una aplicación para iPhone, consultar los parkings libres y su precio

Santander participa en un proyecto piloto financiado por la Unión Europea a través del 7º Programa Marco 2007-2013, que incluye entre sus retos la experimentación en el Internet del futuro. Una iniciativa en la que se han involucrado otros quince socios, tanto administraciones públicas como empresas privadas, lideradas por la Universidad de Cantabria y Telefónica, con un presupuesto de 8,8 millones de euros. Se trata de un proyecto piloto, en el que empresas y el mundo académico harán experimentos sobre la infraestructura desplegada para evaluar de forma práctica servicios basados en ella.

Pruebas como la llevada a cabo en San Francisco, SFpark. Los ciudadanos de esta ciudad estadounidense pueden, a través de una aplicación para iPhone, consultar los parkings libres y su precio. Un ejemplo de servicio que, además de mejorar la circulación en la ciudad, puede fomentar nuevos modelos de negocio. Porque lo realmente valioso es la información en tiempo real sobre todo lo que está pasando en la ciudad y el cruce de datos entre diferentes ámbitos.

SFpark.org

El despliegue de la infraestructura necesaria, como los sensores y las comunicaciones móviles, para recoger datos sobre la actividad de la ciudad resulta esencial, pero de por sí no es suficiente para obtener un rendimiento de una ciudad inteligente. <strong>El retorno real de la inversión se obtiene en una fase posterior, cuando los datos se transforman en información valiosa, cuando se comparte información sobre la actividad económica y, combinándola con datos de terceros, se generan nuevos servicios o se mejoran los existentes</strong>. Si las infraestructuras se plantean desde el inicio de una manera suficientemente flexible, podrán ser utilizadas en el futuro para proporcionar servicios avanzados, que probablemente ni se imaginaban en el momento de su despliegue.

La app para Android disponible en Boston (Street Bump), que utiliza los datos GPS del móvil para detectar de forma automática los baches que hay en sus calles y avisar al instante a los responsables de la ciudad

Como la app para Android disponible en Boston (Street Bump), que utiliza los datos GPS del móvil para detectar de forma automática los baches que hay en sus calles y avisar al instante a los responsables de la ciudad, con vistas a que lo puedan arreglar de forma rápida. O la rueda inteligente creada por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). La “Copenhagen Wheel”, en fase de prototipo, se controla directamente desde un smartphone y envía feedback continuo sobre la humedad relativa o las condiciones del asfaltado.

En este vídeo de Street Bump puedes conocer mejor el proyecto.

Obviamente, si las empresas están interesadas en el concepto es porque se traduce en negocio. Cómo serán estos modelos de negocio, qué valor ofrecerán al ciudadano y qué precio tendrán es uno de los principales retos que se plantean las smart cities.

Porque el mismo informe de la consultora IDC que sitúa a Santander como la tercera ciudad “más inteligente” de España señala como barreras que los consumidores no vean la necesidad o deseo de pagar por los servicios, que no todas las tecnologías relacionadas con las smart cities están en plena madurez y sus precios aún no son competitivos, los altos costes de arranque o que el retorno de los beneficios sólo se puede observar en el largo plazo.

En este nuevo modelo de ciudad, es necesario desarrollar sistemas inteligentes que suministren información para la actividad diaria de los ciudadanos. Sin embargo, para que la información generada sea útil, la ciudad inteligente se ha de sustentar en una completa red de comunicaciones que esté accesible a todos los agentes que la constituyen: administración, empresas y ciudadanos.

Más que de smart cities algunos prefieren hablar de smart citizens. Son los ciudadanos los que tienen que ser inteligentes porque son los que van a hacer uso de esos servicios. Como explica Juan Freire, director de Innovación de Barrabés.biz, las ciudades inteligentes necesitan una combinación de “hardware” tecnológico y “software” humano, de infraestructura y de cultura.

* Este artículo fue originalmente publicado en la revista Cantabria Económica en abril de 2012.